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Formas de pensar hoy el arte

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La vocación por el desarrollo cultural de Córdoba es el punto de partida de la Fundación El Gran Vidrio, que desde hace años pone su foco en la producción de artistas contemporáneos y la comunidad de artistas, curadores, escritores, montajistas, restauradores, críticos, gestores, diseñadores y comunicadores.

Con el apoyo de donantes, patrocinadores y vínculos institucionales, El Gran Vidrio logra el respaldo para canalizar las necesidades del sector, desde la gestión de la galería de arte.

Entre sus áreas de trabajo diversas desarrollan un proyecto editorial, un espacio destinado a la teoría y el pensamiento del arte contemporáneo, talleres y la gestión de residencias e intercambios.

La galería –dirigida actualmente por Romina Castiñeira–comparte su espacio físico y recursos con estas propuestas. “Haber ampliado el programa y la posibilidad de acceder a estas nuevas experiencias y desafíos tiene que ver con apoyos muy valiosos, el esfuerzo de un equipo de trabajo y diversas gestiones institucionales”, dice Catalina Urtubey, directora de la Fundación.

La galería inició sus actividades hace unos ocho años para dar lugar, visibilidad y un marco formal a proyectos de artistas visuales contemporáneos principalmente de la provincia de Córdoba.

El objetivo que los moviliza es “dinamizar el campo del arte contemporáneo en Córdoba”, que propone una extensa y valiosa producción local, que requiere de cuidados y atenciones en cada uno de los procesos y etapas de trabajo. “Estas prácticas y manifestaciones artísticas son posibles gracias a muchas personas: los artistas son los protagonistas fundamentales, pero también están los curadores que piensan y contextualizan las obras para brindar nuevas herramientas de acceso; los gestores que trabajan con las herramientas de las instituciones públicas y privadas haciendo posible que se concreten proyectos; los promotores que venden y generan estrategias de circulación del arte por el mercado; entre muchos otros”, sostienen desde la fundación.

El gran aporte de El Gran Vidrio no termina en el espacio físico y público para el desarrollo de procesos y proyectos artísticos. También trabajan con un tratamiento “dedicado y sostenido de sus producciones para pensarse más allá de lo inmediato. El trabajo se fue complejizando y comenzamos a trabajar de manera muy meticulosa las estrategias de promoción de cada uno, sin descuidar al público y a la comunidad que valoraba estas producciones”, asegura Urtubey.

Además de las ferias y exposiciones, la falta de proyectos editoriales, conversatorios o talleres de formación se hizo notoria, y la Fundación se encarga de trabajar a mediano y largo plazo.

“Para desarrollar estas líneas sin descuidar los objetivos que teníamos con cada artista, precisamos una ampliación del equipo y una diversificación de las fuentes de ingreso. En nuestros inicios podíamos sostener las actividades con el valioso aporte de coleccionistas, un grupo empresarial y algunos patrocinadores, pero hoy necesitamos contar con el compromiso de un número mayor de personas y empresas que van acercándose a nuevas formas de aportación y de responsabilidad social”, agrega Urtubey.

El circuito

El circuito de figuras emergentes de Córdoba está en permanente expansión. Sin embargo, desde El Gran Vidrio están convencidas de que “hay que intentar entrar en ese engranaje sin perder la identidad y el deseo. Las figuras emergentes son tan valiosas como los artistas de mayor trayectoria. Siempre es importante tener presente que hace mucho tiempo hay muchísima gente ‘sobreviviendo’ esta escena del arte argentino”.

Para Catalina Urtubey, en provincias como Córdoba, un artista de generación intermedia con una gran trayectoria muchas veces es percibido como un artista emergente, en la escena nacional y global, porque su producción no contó con los aparatos necesarios para “consagrarse” o competir con pares de grandes capitales. “A veces esa falta de legitimación complica el crecimiento. Dar impulso para que existan esas herramientas es uno de nuestros objetivos”.

En “La Escuelita” de El Gran Vidrio están desarrollando una experiencia piloto de 12 talleres para artistas de diferentes generaciones y especializados en diversos medios. “Por lo general, en Córdoba los artistas realizan sus obras dentro del espacio doméstico y pensamos que sería importante encontrar un lugar óptimo para el desempeño creativo y la experimentación de manera colectiva. Lo más valioso es el cruce que derrama en proyectos experimentales ya que las ideas empiezan a polinizarse de un espacio a otro, abriendo nuevos caminos, discusiones e ideas entre los residentes”.

Catalina Urtubey dice que es un buen momento para el galerismo en Córdoba. El fortalecimiento del Mercado de Arte Contemporáneo (MAC) instaló la idea de que el arte local es un espacio de potencia y muchísimo talento. “El galerismo es la punta de un iceberg enorme que es el mercado del arte. El precio de un artista, su participación en exposiciones internacionales y otros ítems no dependen exclusivamente del buen trabajo de los artistas/galeristas sino de un entramado que a veces se debilita mucho. Pero el galerismo debe reinventarse porque es un modelo que centra las responsabilidades en la triada artista/cliente/galerista y hay que fortalecer cuestiones institucionales e indagar en los cambios necesarios”, dice.

Balance y futuro

En noviembre, El Gran Vidrio cumple cinco años en Humberto Primo, y a la hora del balance encuentra a sus responsables orgullosas por el espacio y los contenidos ofrecidos. “La galería es referente a nivel nacional, y por eso que nos animamos a ir un poquito más allá y abarcar estas otras áreas que necesitan ser dinamizadas. En la ciudad de Córdoba nos parece importante dibujar un mapa del potencial cultural: a una cuadra de nuestra sede existe Casa Naranja, y en 10 minutos podés estar en Espacio Colón, CC 220, la zona del Abasto (donde existen algunos proyectos independientes). En la esquina de Humberto Primo y Jujuy también contamos con nuestro pequeño recorrido ya que en El Gran Vidrio funciona el restaurante, la galería y una trastienda. En los próximos años este distrito urbano va a seguir creciendo y seguramente este rasgo cultural le dará una personalidad especial a toda esta área que se está desarrollando”.

–Muchas veces se sostiene que todo el mundo es un potencial comprador de arte, pero subsiste la idea de que es para una elite. ¿Se puede revertir ese prejuicio?–Plantear una adaptación o modificación al modelo tradicional de galería ya pone esa idea en discusión, o cuestiona que la llegada de estas manifestaciones culturales tenga que verse en el marco del mercado o tenga que subsistir exclusivamente de fondos por adquisición de obras. Más allá de los compradores de arte o coleccionistas, existen muchas otras instancias para participar, fortalecer y hacer posible que los artistas sigan produciendo, los curadores sigan escribiendo o que podamos seguir publicando libros de arte. Esto tiene que ver directamente con la existencia de espacios que para ser abiertos, libres y gratuitos, puedan contar con el apoyo económico de personas y empresas que pueden ver en la Fundación un mecanismo para cumplir con su función social.

Catalina Urtubey, directora de la Fundación El Gran Vidrio (foto: Nicolás Bravo).
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