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Gemas sublimes: muestra de joyería en el Museo de las Mujeres

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 Sus creadores vienen de las artes visuales, el diseño industrial, la arquitectura, e incluso la orfebrería, la cerámica y la poesía: las 15 propuestas que concentra la muestra “Que tales cosas fuesen” (Museo de las Mujeres, Rivera Indarte 55) son manifestaciones de la expansión del campo de la joyería artística. Una expansión, señala Cecilia Richard, curadora de la muestra y participante, que es posible “gracias a la actitud experimental de los autores”. Una cualidad que tiene la muestra, al revelar “un notorio acento en los aspectos poéticos del objeto”, piezas donde los límites entre arte y joyería se vieron disueltos en lo que se denomina hoy como joyería contemporánea.

Los artistas convocados, 14 joyeras y un joyero, explica Cecilia a VOS en un recorrido por la muestra, trabajan una idea (no sólo un objeto), como un espacio de reflexión. Para la artista, la joyería es un “campo plástico visual de carácter objetual que se vuelve joya en su relación con el cuerpo”. Cada artista de esta muestra, agrega, tomó un recurso que creyó oportuno para plasmar el concepto, o la poética, “involucrados en un hacer desde los propios cuerpos, con el tempo humano de lo ‘hecho a mano’, interrogadas por una objetualidad que dialoga con otros cuerpos vivos, soporte sensible, geografías que transitan en el mundo”.

Los bichos bolita (de metal) creados por Lucas Pinto Dos Santos tanto como los insectos reales, conviven en un terrario que se exhibe con luces bajas, próximos al collar que Mariana Palacios realizó con paja brava, sumando a su presentación el resultado de su trabajo con el entorno, fotografiando a lugareños de las Altas Cumbres que portan piezas inspiradas en ese contexto, y bajo el influjo del viento.

Agustina Pesci y Mariana Robles integran en sus propuestas prácticas anteriores a sus arribos a la joyería. “En ambos casos a la manifestación bidimensional la joya le da otro anclaje”, remarca Richard. Como en Adornos para una niña poeta, de Robles: “Cuando aparece desde atrás la acuarela con ese mundo fantasmagórico, este elemento (la joya) se vuelve un talismán para el niño que lo rescata, las piezas en si son fantásticas”.

Agustina y sus dedales que “señalan” desde el propio cuerpo (pelo pincel) tienen como contrapartida una composición plástica. Sus dispositivos para dedos a los que denomina Potlach siguen la idea de este ritual de los pueblos originarios, de “dar todo lo bueno”, como una extensión para dar cariño.

Constanza Nolé es diseñadora industrial. Cuenta Richard sobre el procedimiento de Sumergir, que comenzó en el plano bidimensional. “A través del hilo y el vaciado en resina la artista generó estructuras espaciales tridimensionales a las que luego trató como gemas, haciendo anclaje en la tradición de la joyería. Muchos preguntan ¿qué piedra es?’”.

Ayelén Mohaded (¿Si me toco, nos tocó a todas?) y Rocío Moreno (Escenarios de incertidumbre) trabajan hacia el límite de la joyería en sendas instalaciones donde espacio, cuerpo, memoria y palabra imprimen su potencia discursiva sosteniéndose en los objetos.

En Naturalidad, Alicia Mazzolo trabaja con maderas de su entorno, lo que ha dejado un tornado que arrasó con árboles. “Ella decide trabajar con esas ramas pensando también a la joyería para la arquitectura, como si ésta fuera un cuerpo”, analiza Cecilia Richard. Alicia Zorat elabora manualmente sus piezas con huesos, textiles y metales en Atesora.

Textil y porcelana se imbrican en los cuencos, “capullos en movimiento” de Adriana Peñeñory: en una primera instancia ella teje, y al pasar la porcelana líquida y llevar al horno, el tejido desaparece y sólo queda la forma de lo tejido. El metal es para la artista un mediador que permite “suspender, gravitar, pendular”.

Eugenia Guevara trabaja en Materia susurrante la “condición femenina”, en un conjunto a partir de elementos preexistentes (ready made), una delicada puesta donde los objetos transitan entre la seda, el vidrio y la cerámica.

Sol C. Sieber presenta en Ñapyti, que realizó en Paraguay a través de una beca, un trabajo en cerámica en relación a la joyería de la comunidad guaraní, ligada a sus cosmogonías y ritos. La artista toma el adorno como un símbolo ritual, con la idea de amarrar, ligar, llevar al límite el material: “trata a la cerámica como hilo”, observa Richard.

Tejer metal es otra de las estrategias que retoman dos artistas. Andrea Zenobi “capta el movimiento en un gesto” al tejer con hilos de metal, “algo que viene del textil, la trama, como pieles, transparencias”, dice Richard; mientras Cecilia Kesman “hace su propia versión del crochet”, va descubriendo, abriendo y creando la trama de metal, y lo pone en diálogo con el hilo de seda.

En una reflexión final, Richard destaca que estas piezas no conciben a la joya como objeto aislado, adorno o mero ornamento, y es justamente esta cualidad la que da su potencia al campo de la joyería artística contemporána.

Cecilia Richard: ablandar una piedra, coser hojas de molle

Su protagonismo en el ámbito de la joyería contemporánea la llevó a crear Caelum que no es sólo un espacio de formación, también de exhibición. En el Museo de las Mujeres, Cecilia Richard también expone su obra: Abla es su proyecto de los últimos tres años, que viene de la idea de ablandar las piedras, “con lo que esa frase abre, dispara”. Busca todas las formas posibles de ablandar las piedras, cuenta la artista, egresada de Escultura en la UNC, que trabajó con el metal como su material hegemónico muchos años.

A fin de ablandar recurrió a la técnica para perforar, “un trabajo minucioso con mechas diamantadas, en agua”. En ese proceso notó que al regar una planta con esa agua quedaban allí restos de polvo. Descubrió que la piedra también podía ser pigmento, y le gustó la idea de transmutación: “la piedra que sale del paisaje vuelve al paisaje que yo propongo como una acuarela con la misma piedra”. En fin, “la piedra como metáfora de muchas cosas”, dice. Acompaña un poema visual en el que las letras de la palabra ablandar se vuelven elásticas en la imagen.

Por otra parte, la artista quería coser elementos de su entono, como la hoja del molle de las sierras, un árbol autóctono. “primero jugando con la costura, viendo qué me permitía esa morfología, y luego observando en interacción con la mano, que cuando trabajo con la hoja, la mano tiene que volverse tan leve para no romper algo tan frágil, la mano tiene que cambiar su tensión”.

Otra vez la joya y su diálogo con el cuerpo, ese “territorio simbólico”.

Para ver

“Que tales cosas fuesen”. Espacio Cultural Museo de las Mujeres (Rivera Indarte 55). Muestra de joyería artística contemporánea. Curadora: Cecilia Richard. Participan: Adriana Peñeñory, Agustina Pesci, Alicia Mazzolo, Alicia Zorat, Andrea Zenobi, Ayelén Mohaded, Cecilia Kesman, Cecilia Richard, Constanza Nolé, Eugenia Guevara, Lucas Pinto dos Santos, Mariana Palacios, Mariana Robles, Rocío Moreno, Sol C. Sieber. Hasta el 22 de junio, de martes a viernes de 10 a 20; sábados de 10 a 16. Entrada gratuita. Y en Caelum (Ocaña 505, Alto Alberdi), se puede visitar la muestra “Por gracias recibidas”, exvotos de joyeros contemporáneos curada por Jimena Ríos (Buenos Aires). Hasta el 28 de junio.

Entre la fotografía y el viendo, la paja brava se vuelve collar. Marina Palacios.
Mariana Robles elabora "Adornos para una niña poeta", entre la acuarela y el textil.
Constanza Nolé atrapa hilos para lograr sus propias genas.
Instalación de Ayelén Mohaded, entre la memoria, la palabra y el cuerpo.
Trabajar a partir de huesos, la propuesta de Alicia Zorat.
Propuesta de Adriana Peñeñory, entre el tejido y la porcelana.
Tejer con hilos de metal, en diálogo con la seda, proyecto de Cecilia Kesman.
Coser hojas de molle, una apuesta de Cecilia Richard, artista expositora y curadora de la muestra.
La escritura es el fundamento preciso en las piezas de Rocío Moreno.
Propuesta de Adriana Peñeñory, entre el tejido y la porcelana.
Trabajar a partir de huesos, la propuesta de Alicia Zorat.
Instalación de Ayelén Mohaded, entre la memoria, la palabra y el cuerpo.
Tejer con hilos de metal, en diálogo con la seda, proyecto de Cecilia Kesman.
Coser hojas de molle, una apuesta de Cecilia Richard, artista expositora y curadora de la muestra.
Constanza Nolé atrapa hilos para lograr sus propias genas.
Entre la fotografía y el viendo, la paja brava se vuelve collar. Marina Palacios.
Mariana Robles elabora "Adornos para una niña poeta", entre la acuarela y el textil.

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